EL SIGNIFICADO DE UNAM-ÁXIMA CASA DE ESTUDIOS EN MI VIDA. (Parte I)
Mi universidad, este es un año muy especial para ti; para todos y para mí quienes vivimos en esta gran nación, este año 2010 es tu cumpleaños número 100, Universidad de México, hoy en día todos te conocen aquí y en China como la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero los que estuvimos a tu lado creciendo contigo como seres humanos y profesionistas te decimos de cariño: UNAM.
Se dice y escribe tan fácil que cumples tu primer centenario pero no, no es así, fueron varias etapas largas que tuviste que pasar para que tú llegaras a este año tan significativo, no es nada fácil ser un proyecto nacional vigente y permanecer como tal, necesitaste aprender de tus logros y fallas a través de los años, mejorar día a día; buscando siempre la excelencia y sobretodo contar con la ayuda de gente que pensaba y piensa como tú que una nación solo encontrara el progreso y la paz social con la educación y el fomento de las ciencias y las artes.
Yo otro de tus miles de hijos 100% orgulloso de ser universitario, tuve el honor y el placer de formar parte de ti como otro integrante de esta gran familia, con quien viví mis mejores experiencias personales y profesionistas, me diste la bienvenida un Agosto de 1999 para estudiar en el CCH Vallejo, desde ese entonces ya llevo más de 10 maravillosos años a tu lado de los 100 años que tienes de existencia. Al saber que logre ingresar a tus filas fue mi mayor triunfo personal, no lo pensé dos veces al elegir donde planear mi proyecto de vida, contigo no solo debía de estar, contigo quería estar y demostrarte que tenia lo necesario para formar parte de ti, mi universidad, porque cualquiera no puede estar en una familia tan prestigiada como es la comunidad universitaria.
Inculcaste en mí el hermoso anhelo de buscar la verdad y el saber, de compartirlo con mis semejantes, luchar contra la mentira y la ignorancia. Me infundiste en aprender y amar las ciencias y las artes, alcanzar el ideal de ser humano libre y pensante, entre más alto llegue más hay que tener la humildad y sencillez porque recordando mis orígenes mas agradezco mi progreso, que puedo ir más allá y ayudar a todos los que quieran lograr sus metas como tú me ayudaste a lograr las mías.
No perdí el tiempo siendo universitario, al inscribirme a mi primer año de CCH conocí ese gran conjunto de edificaciones-arte de mi segunda casa que es la Ciudad Universitaria, quede asombrado como esas construcciones coexistían de forma amena con el paisaje natural, de cómo fue concebida y la historia de cada una de ellas, de las impresiones que dejaron los artistas del momento como Siqueiros y Rivera en cada pared universitaria, no me atrevo a decidir cuál es la mejor de todas porque cada edificación es parte de esa gran obra de arte que es CU.
Tu historia al conocerla me termino en forjar esa gran admiración a ti del como naciste para cumplir una gran misión en un país que anhelaba dejar la opresión y la ignorancia para buscar el “Orden y progreso”, lema del positivismo que te fue acuñado por un gran visionario, Justo Sierra, uno de tus padres, que en esos días de 1910 después de tu nacimiento vivió un gran cambio social que se llamo la Revolución, que irónicamente, fue el primero de varios grandes obstáculos que enfrentaste para llegar tan fuerte y gloriosa hasta nuestros días.
Nunca te limitaste con solo educarme sino también en darme fortaleza y fomentar en mi el amor a nuestra patria y su glorioso pasado indígena, varios de tus hijos fueron y son los máximos líderes en las áreas de las humanidades; las ciencias exactas y sociales de México. Condecorados con los premios y reconocimientos más importantes que da la nación y del mundo, Todo lo que soy hoy en día es gracias a tu educación; tu paciencia; tu calidad humana y ese espíritu invencible que tienes con la me infundiste a cuidar y fortalecerme como la raza cósmica que soy y somos los mexicanos, la gran casta de bronce todo esto resumido en el lema que actualmente llevas con orgullo en tu escudo: “Por mi raza hablará el espíritu” acuñado por un gran mexicano José Vasconcelos, palabras acogidas por nuestra Águila Real, símbolo patrio de México, que a lado del Cóndor, ave mística de todas las grandiosas culturas de Latinoamérica, forman ese escudo tan bien reconocido por todos los universitarios.
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