¡¡EL ATAQUE DE LOS MOCHOS OCIOSOS SUBTERRANEOS!!


Dentro de la fauna subterránea (el metro pues) de la capital a aparte de los fracasados sociales convertidos en vendedores de periódicos mediocres como el Machetearte y de los excelentes músicos que pasan de vagón a vagón hay uno en particular que me matarían del coraje sino hubiera sido que leí a Nietzsche: los mochos subterráneos.

La característica de estos personajes es que aparecen en calidad de mesías no mesías es decir te dicen que no vienen a imponerte una orden ni religión pero sin embargo te imponen a prestarles atención por más que te hagas el disimulado, ellos casi gritando a todo pulmón “la palabra de dios” te juzgan sin intención de juzgar pero te juzgan tú modus vivendi al decir que pecas porque niegas a dios; pecas porque piensas en ti mismo para avanzar como ser humano (si uno no cree en uno mismo ni toda la legión de dioses te ayuda)… y así se explayan todo el trayecto fundamentándote todo estos disparates con la “Santa” Biblia. Con perdón de los creyentes pero el libro tiene más contradicciones que las reformas de los diputados.

Por eso agradezco haber leído el “Anticristo” de Nietzsche que en sus contenidos literalmente te dice los evangelios más usados por los cristianos, similares y conexos de la república mexicana para “proponerte” el camino a la verdad: Romanos, Hechos, Timoteo, Apocalipsis, Juan e Isaías. Las cuales el filósofo afirma (y a mí me consta cuando me chutee la Biblia) son los represivos efectivos para el espíritu ingenuo o crédulo fácil de arrear. El “Anticristo” es algo así como un manual para evitar que te apendejen este tipo de personas que no saben cómo hacer productiva su vida vacía. Por eso cuando pasan a decir “la verdad de dios” me duele el estomago por la risa que me causan, la risa es el veneno ideal contra los que se autoproclaman hijos de dios que más parecen jijos de su progenitora. 



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