NO ES EL REFRESCO… ES TU REFRESCOHOLISMO



Como muchos saben de sobra entre las propuestas de la mencionada Reforma Hacendaria esta en crear un impuesto especial a los refrescos para que con ello se disminuya su consumo ya que la “visión” tanto de la gente como de nuestros astutos legisladores y genios del ejecutivo federal esta que el refresco es 100% responsable de todos los males de la salud de la ciudadanía como la diabetes, la obesidad y el sobrepeso.

¿Realmente es cierto? A menos en mi punto de vista no, no al 100%.

Seamos sinceros, a nosotros los mexicanos nos destaca culpar de todo a todos y al último nosotros, en el caso de los refrescos nadie de las refresqueras nos apunta con un arma o amenaza para consumir sus productos, muy buena parte de la ciudadanía está hoy en día muy informada de las consecuencias de su consumo diario y excesivo.

Tenemos buena parte de esa información en internet a disposición, bueno, si usted no se limita a navegar nada más para estar jugando al Candy Fucks y atiborrando los perfiles de sus amigos y grupos con cadenitas, memes a diestra y siniestra.

Buena parte de todos empezamos a consumir refresco más por costumbre de nuestras familias a la hora de la comida o por el mero antojo y sin pensar en un momento ya lo consumimos en la primera oportunidad o porque de plano se convirtió en adicción, algo así como el equivalente al alcoholismo.

Y esto también está documentado, buena parte de estos productos tiene efectos adictivos si no se regula su consumo, me atrevo a comparar esto con el alcoholismo que desde aquí llamémoslo refrescoholismo o para hacerlo muy nuestro (porque somos consumidor número uno a nivel mundial y no es motivo de orgullo nacional) llamémoslo: chescoholismo.

Así como toda adicción nos tenemos que ayudar empezando a admitirlo y después a cesar de un jalón o pasito a pasito luchando contra el síndrome de abstinencia.

¿A que quiero llegar con esto? En primer lugar, NO estoy diciendo que las refresqueras sean sacros inocentes, estas son responsables pero no al 100% como dije desde el inicio no nos apuntan con un arma para consumir sus productos y tampoco echaremos culpa a sus campañas para promoverse como hechizos para idiotizar a la gente como muchos dicen, pero si podemos culparlos por ejemplo de sus prácticas deshonestas de limitarnos a otras alternativas como los jugos y bebidas naturales, en especial en muchas comunidades en donde el índice de analfabetismo es alto e ideal para aprovecharse de la ignorancia y poca información de esta población en específico. 

Ya estamos grandecitos para admitir que somos parte del problema, por ejemplo de no exigir nuestro derecho de estar informados sobre los ingredientes que lo componen además de las consecuencias de abusar en el consumo de estos. 

Otra y muy importante para los que tengan hijos o miembros menores de edad, ¿no es nuestra obligación orientarlos acerca del consumo y hacerles ver y entender que el refresco es solo una golosina y no parte de su alimentación diaria? Si no les ponemos límites y guiamos al respecto, entonces ¿vamos a exigirle a las refresqueras que nos patrocinen los tratamientos de su diabetes y otros males que pudimos evitarles a los niños y a uno mismo? ¿Qué nos premien o castiguen por muestra estupidez?

Tenemos alternativas para evitar o bajarle al consumo del refresco: el agua en primer lugar; los jugos y bebidas caseras o productos que nos garanticen que tienen ingredientes naturales… en fin no podemos estar culpando a todos de nuestra responsabilidad como padres y personas de cuidar nuestra salud, nuestra economía y de nuestros hijos.

Hay que ser consumidores responsables y sobretodo cuidar nuestra salud, porque otra gran cualidad del mexicano es que le hacemos caso a esta cuando ya nos está cargando la chingada o ya no hay nada que hacer. 

Como el alcohólico declarado y dispuesto a curarse se dice: hoy no voy a tomar, nosotros los refrescoholicos debemos decirnos: hoy no voy a comprar mi chesco.

No hay que generalizar, hay que poner las cosas en claro y admitir parte de nuestra culpa y contribuir a solucionar el problema sin estar en el drama barato de: Juan pueblo, la pobre víctima de Tata refresquera.




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